El abuelo colgó del
alambre del patio su billetera vacía, intimaciones bancarias y facturas imposibles de pagar:
su arbolito privado. Después se agazapó en un sillón a mirar con desdén cómo
resucitábamos los platos de porcelana, las copas talladas y los ineficientes
cuchillos del juego. Siempre protestando, devoró torres de panqueques con atún,
jamón y queso que había preparado la abuela. Finalmente, minutos más, minutos
menos, a todos los relojes les fueron llegando las doce. “¡Feliz Navidad,
abuelo!”, desfilábamos uno por uno para saludarlo. “Navidad”, mascullaba él por
toda respuesta. Después del brindis fue demasiado lejos: desafió las bengalas
de los vecinos con disparos de Winchester y palabras hirientes. De las balas me
salvé. Algunos insultos todavía me duelen.
Papeles sueltos
de Mónica Brasca
jueves, 5 de enero de 2017
domingo, 8 de mayo de 2016
Trapos sucios
A cada vuelta del tambor del lavarropas, replicaban en su cabeza los rítmicos cintarazos que le daba su padrastro cuando era niña. Volvían los insultos, los silencios amenazantes, los manoseos de la adolescencia. Hipnotizada por el vaivén, detrás del vidrio redondo vio mezclarse las sábanas con la camisa y el pantalón de él, hasta que todo fue tiñéndose de rojo. Confiaba en que con el último enjuague todo volvería a pintar como antes.
Mini elegida en Ficticia por la jurado de febrero, Amaranta Caballero Prado, y por el voto de los compañeros. El tema del mes era el movimiento.
sábado, 9 de abril de 2016
Relato con fondo de luna
Nos citamos en el muelle para ver nuestro último atardecer del verano. Pensabas escabullirte con alguna excusa en el fastidioso momento del baño de los chicos, las demandas de crema para apaciguar las pieles enrojecidas, los preparativos de la cena. Yo aprovecharía una imprevista compra de almacén, después de que los míos volvieran de pescar, como siempre, exhaustos. Mientras tanto nos escudaríamos una vez más en la impune soledad en que cae la costa a esa hora en que el cansancio y los mosquitos acorralan a todo el mundo puertas adentro.
Llegué puntual, no quise perderme ni una escena del espectáculo. Siempre me maravilla ver cómo el telón rojizo anaranjado se va plegando poco a poco contra las siluetas de los ceibos de la otra orilla. Las nubes delinean un ojo censor y prometen, para más tarde, un poco de alivio a este calor insolente de marzo. Las chicharras fueron callando su melancólico quejido. Sólo algún chapoteo interrumpe cada tanto el silencio y me sobresalta como un latigazo.
Pasaron valiosos minutos y no llegaste. Se está haciendo tarde. Quiero creer que te retuvo alguna pequeña emergencia doméstica y no tuviste cómo avisarme sin levantar sospechas. O que estás, también vos, escondido entre el follaje de los sauces, especulando con que sea yo quien asome primero, quizás disimulando que traés ocultas dos copas y un vino helado. Pero las ramas, indiferentes, no se apartan para revelarme el fin de la espera.
No quiero ponerme triste porque te vas mañana. Ya lo sabíamos: empiezan las clases y los fines de semana se impone la rutina de llevar a tus hijos a cumpleaños, al cine, al club. Pronto, quizás, desconocidos ocupen tu cabaña y a la promesa de volver no bien puedas se interpongan otras circunstancias o tu propia decisión.
El sol cayó abruptamente, sin esperanzas. No apareciste. Privilegiaste el agua mansa y silenciosa que va buscando su nivel en las depresiones del suelo, antes que el impetuoso fluir de este río que corre modificando el paisaje de la vida.
Miro desde aquí las sillas huérfanas, nuestro desolado observatorio vacío. La luna se tapa la cara para no ver que no viniste, siquiera, a despedirte.
Mención en el concurso "Palabras en el agua", organizado por la Cátedra UNESCO de la Facultad de Ingeniería y Ciencias Hídricas de la Universidad Nacional del Litoral y la Cátedra Abierta de Estudios Latinoamericanos “José Martí”, de la UNL,
jueves, 10 de marzo de 2016
Plagio
La Comisión Pontificia en Defensa de la Vulgata demandará al autor de un exitoso libro de autoayuda. Esgrime que sus recomendaciones vanguardistas —no juzgar, perdonar, amar al prójimo— son copia textual de los preceptos de sus Santos Evangelios.
lunes, 16 de noviembre de 2015
La herencia del pescador
La canoa de Sánchez apareció amarrada donde siempre, sólo que vacía.
A media mañana lo encontraron muy cerca, yaciendo en el lecho fangoso del Coronda. Una piedra atada al cuello le impedía buscar la superficie.
No fue difícil adivinar los motivos: la pesca era escasa, la paga era mala, la chinita le había endosado un nieto de autor desconocido. Para colmo de males su tercera mujer, briosa y joven, a cada rato se le iba con cualquiera. Todo ese peso cargaba la piedra que hundió a Sánchez en el fondo barroso de su río. Y como estaba bien abajo y ya no la necesitaba, los hijos y las sucesivas concubinas se disputaron a muerte su casa.
Solo el Moncho, calladito, supo aprovechar la inesperada bendición: en el espinel abandonado abundan ahora los surubíes, amarillos y moncholos que Sánchez ahuyentaba con su pena.
Esta historia real, ocurrida en Sauce Viejo, resultó finalista de octubre de 2015 en el V Concurso de la Microbiblioteca, junto a textos de Pedro Herrero Amorós, Sergio Astorga, Josefina Maymó i Puig y Raquel Vázquez. El ganador de la categoría castellano resultó Rafa Heredero García.
miércoles, 7 de octubre de 2015
"La elección"
http://issuu.com/bibliotecabarbera/docs/iv_microconcurs_cast
En la página 45 del libro del IV Microconcurso de La Microbiblioteca
lunes, 7 de septiembre de 2015
Campaña contra el hambre
Gastó una fortuna en un modelo exclusivo para brillar en el
banquete benéfico. Para lucirlo con elegancia, lleva meses sin probar bocado.
Segundo premio en Ficticia, julio 2015. Tema del mes: la paradoja. Jurado: Adriana Jiménez García.
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