Y un día dejó de servirme el
desayuno. Entonces dejé de traerle sus bizcochos para el mate. Ella jamás
volvió a cocinar milanesas a la pizza. Suspendí la compra semanal y mi aporte de dinero al
cajón secreto. Cuando todavía me hablaba, me acusó de abandonado y miserable.
Con más razón comencé a desparramar mi ropa por el piso. Ella sólo lava la
suya. Para no convivir con un mugriento, se quedó con el cuarto principal y me
asignó la habitación y el baño de servicio. Llevo horas caído en la ducha. Mi
brazo y mi pierna izquierda no me responden. Intento gritar pero no me oye:
puse el volumen del televisor al máximo para no soportar su irritante voz
cuando habla por teléfono.
Me gustan mucho los detalles que eliges para dibujar el deterioro de la relación, fue una suerte que no cayeran de un tijeretazo, y también como avanza el micro hasta llegar a ese negrísimo humor del final. Enhorabuena, Mónica.
ResponderEliminarGracias por el comentario, Elisa. Sí, una suerte que la piqueta que se haya de detenido a tiempo.
EliminarMónica, recuerdo haber leído este micro en Ficticia y pensar: qué bueno. Ahora releído no me queda más que repetir frase.
ResponderEliminarMe gusta como el texto va aumentando de tamaño como un pastel en su cocción hasta ese lo revienta todo.
¡Fabuloso!
Gracias, Nicolás, me halaga mucho tu comentario.
EliminarSi es que esas escaladas no tienen nada bueno, bueno si, para bueno el micro, claro.
ResponderEliminarGracias, Luisa. Un beso.
EliminarSabes como tener al lector tensionado hasta el final.Muy buen micro. saludos.
ResponderEliminarMuy buena para crear el suspenso hasta el final tan desconcertante!!!
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