Abrí un libro en plena tormenta. Acurrucado en mi sillón percibí cómo el
viento sacudía los árboles y la lluvia azotaba las ventanas. Los postigos se
abrieron y punzantes gotas me helaron el
alma. Un rayo descargó su furia sobre el más añejo roble hasta que... ¡Qué
pena!, un apagón me obligó a cerrar mi libro y salir al patio aquella apacible
noche de verano.
No hay comentarios:
Publicar un comentario