lunes, 9 de julio de 2012

Concentrado

Abrí un libro en plena tormenta. Acurrucado en mi sillón percibí cómo el viento sacudía los árboles y la lluvia azotaba las ventanas. Los postigos se abrieron y  punzantes gotas me helaron el alma. Un rayo descargó su furia sobre el más añejo roble hasta que... ¡Qué pena!, un apagón me obligó a cerrar mi libro y salir al patio aquella apacible noche de verano.

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