Martín me fue a buscar al aeropuerto. Me dijo: “ponete
cómoda, abuela, estás en tu casa, a las cinco vuelvo”. Pero no encontré ninguna
radio ni pude abrir las ventanas ni encender las hornallas, así que salí a
caminar. Fascinante, modernísima, enorme me pareció la ciudad donde triunfa mi nieto. Anduve horas hasta agotarme. Quise volver. Recité la dirección de
memoria a varios taxistas, que me miraban impávidos. Los carteles, las señales,
las indicaciones para abordar cualquier transporte escapaban a mi comprensión.
Envidié a la multitud de caras similares y ajenas que parecía saber bien dónde
iba. Se fue haciendo de noche y aquí estoy, sentada a los pies de las Torres
Petronas, confiando en que Martín recuerde que era lo que más me interesaba
conocer.
Pobre abuela encerrada en la ciudad. Un micro tierno y divertido, con el sello de calidad de "casa Telares". Un abrazo.
ResponderEliminarGracias, "madrina" (aunque todavía no hayas aceptado el cargo oficialmente). Un beso grande.
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